Mihaela Radulescu/24.04.16
Ingresar en el mundo de los
libros ha sido desde siempre un impulso en el cual convergen el placer de la
exploración y el deseo de aprendizaje. Es una aventura del conocimiento que
abre espacio a la imaginación y
transforma a quien ingresa en este mundo. El lector descubre preguntas y
respuestas que lo involucran y un lugar para encontrarse consigo mismo a través
del encuentro con el universo que toma sentido y forma en el libro. Por su
lado, el editor buscará siempre nuevas posibilidades de estimular el interés
del lector.
En esta gran tradición humanista
del libro, la interacción verbo – imagen tiene su particular recorrido: el
libro ilustrado. La capacidad de la imagen
de dar forma al pensamiento, a través de un discurso visual que remite a la
existencia de un mundo al cual revela parcialmente tiene una larga historia,
desde los inicios de la humanidad. Pero esta interacción es, hoy en día, sólo
una parte de la complejidad de la construcción de forma y sentido del libro.
En la cultura actual, el libro ha
desarrollado nuevas posibilidades de expandir su propuesta de generar mundos para
sus lectores de todas las edades y particularmente para los lectores niños y
jóvenes. Ha enfocado la tridimensionalidad como una herramienta moderna,
relacionada con el arte, el diseño, la arquitectura, el cine, la ciencia. En
función de la diversidad de públicos y propósitos, esta nueva colaboración interdisciplinaria ha obtenido
resultados extraordinarios en su creación, planteamiento y recepción
interpretativa. El libro tridimensional hace interactuar lenguajes diferentes, verbales,
icónicos, plásticos, espaciales, ópticos, con vínculos dialógicos interactivos,
donde el lector no sólo desarrolla una realidad mental sino experimenta con la misma generación de
la información, a través de acciones físicas, es parte de la progresión y
coherencia de la construcción conceptual y emocional del libro. El recorrido
receptivo enfatiza la índole participativa del acto de lectura y lo convierte
en una experiencia vivencial además de cultural,
donde el lector procede a una dinámica que crea las condiciones para el aprendizaje
de su propio potencial en el
reconocimiento de informaciones y la generación de conocimientos.
Roland Barthes hablaba de dos
tipos de lectura: una lectura fascinada por la lógica, que va directamente a la
progresión de la anécdota, y una lectura centrada en el texto, que profundizaría
de manera casi arqueológica en sus niveles de significancia. La presencia tridimensional
e interactiva de la imagen desarrolla esta segunda lectura, a través de la cual
el lector ingresa en un hypertexto, cuya semántica emerge de la puesta en
escena de la interacción de los lenguajes y cuya pragmática propone al lector
un espacio nuevo y una modalidad
inédita, original y estimulante de llevar adelante su propio acto de lectura.
Las estructuras que intervienen en este proceso
apelan al poder homogeneizador de la memoria, a su visión totalizadora con la
cual culmina el proceder estructurante e interpretativo de la lectura del libro
tridimensional. La memoria registra también las huellas de la participación del lector en la generación de
la identidad del libro, en la construcción de su mundo, de sus sentidos y
mensajes. La visión perceptiva
exploradora que emerge del contacto con un libro tridimensional aporta en muchos
campos de la información y de la ficción, desde el libro infantil y juvenil hasta
el libro para adultos; en todos los casos, se trata de una propuesta que
estimula la lectura, valorando los significados e intenciones comunicativas a
través de las estrategias de la interacción y la construcción colaborativa de
los contenidos.
El libro tridimensional refuerza el
nivel connotativo , apelando a la inclusión
activa del lector en el proceso de generación del universo que emerge de la
construcción del libro. El lector emprende un viaje exploratorio que incrementa
su legibilidad , ´pese a la complejidad física del libro, más bien debido a
ella. Su navegación por la multiplicidad de elementos promueve la creación de
asociaciones, re-vitalizando la lectura.
Contribuye a ello el uso de recursos como pegatinas o adhesivos, solapas,
lengüetas interactivas o elementos pop-up
para figuras tridimensionales en
papel; de desplegables y construcciones espaciales arquitectónicas; de la
construcción en forma de carrusel; de los
calados y de las intervenciones que obtienen efectos de luz y sombra; de
los juegos combinatorios; de los sistemas de visión 3D en base a imágenes
multiplexadas o anáglifos; de las estructuras que propician la lectura del
movimiento a través de filtros, etc. El cuerpo expandido del libro tridimensional
provoca la aventura del descubrimiento al propio y al figurado. Son espacios de
sentido y forma para explorar, bitácoras del imaginario y universos de transformaciones,
donde la metamorfosis no modifica sólo el mundo del libro sino al mismo lector.
En torno al libro tridimensional
se ha generado un impresionante mundo de creadores, comenzando con Robert Sabuda, David A. Carter, Philippe UG, Květa
Pacovská, Eric Carle, para mencionar
sólo algunos nombres, quienes
desarrollaron y siguen desarrollando nuevas formas de llegar al público
consumidor de cultura y nuevas formas para su
participación en el acto de
lectura y generación de significación.
Alice in Wonderland" Paper engineering/Art
by Robert Sabuda
Alice
in Wonderland" Paper engineering/Art by Robert Sabuda
David A. Carter Pop-Up Books
David A. Carter Pop-Up Books
David A. Carter Pop-Up Books
Philippe UG
Philippe UG
Philippe UG
Kveta Pacovska
Kveta Pacovska
Kveta Pacovska
Eric Carle
Eric Carle
Eric Carle
Los libros presentados usan la
modalidad del pop-up. ¿ Qué otros libros y autores podemos referir, con otras
modalidades de tridimensionalidad?